viernes, julio 07, 2006
Cantando en Nueva York
Desde su estreno en 1996, Rent ha sido una de las obras más celebradas (y longevas) en Broadway. Escrita por Jonathan Larson, quien falleció pocos días antes del estreno, ha ganado numerosos premios, como el Tony o el Pulitzer y fue responsable de atraer a mucho público joven al teatro. Hasta hoy, existe un dedicado grupo de fanáticos de la obra.
Con estos antecedentes, una adaptación al cine parecía tener el respaldo asegurado, pero su estreno en el 2005 fue todo lo contrario: pasó sin pena ni gloria por la taquilla (tuvo la mala suerte de competir con Harry Potter y sus amiguitos magos) y los criticos la despedazaron sin miramientos.
Nunca he visto la obra original, hace siglos que no voy al teatro (lo que más me acuerdo de haber visto es una de esas comedias vulgares con Ricky Tosso) y no me gustan mucho los musicales - aun no me cabe en la cabeza el que se pongan a cantar y bailar sin razón aparente. Aún así, Rent fue una grata sorpresa, un drama que trata temas que al principio uno no asocia con musicales alegres.
Es la historia de un grupo de bohemios neoyorquinos luchando para salir adelante: Mark, un aspirante a documentalista; Roger, un músico frustrado y VIH positivo; Mimi, una bailarina exótica adicta a las drogas; Joanne y Maureen, una pareja de lesbianas con problemas en su relación; Tom, un profesor gay también con VIH y enamorado de Angel, un travesti enfermo de sida; por último, está Benny, antes amigo del grupo que ahora es dueño del edificio donde viven y amenaza con echarlos a la calle si no pagan el alquiler. Todos personas que intentan superar la desesperanza que los rodea y sólo encuentran consuelo con ellos mismos, viviendo cada día como si fuese el último.
La adicción a las drogas, la pobreza, la homosexualidad y el sida son sólo algunos de los temas que toca esta obra, que en su época fue transgresora en el circuito teatral: una época en la que la sexualidad era aún tema tabú y el sida no era de conocimiento general. Hoy en día puede no tener el mismo impacto, pero son temas que se mantienen relevantes.
Rent es en realidad un drama serio, pero contado a través de la música. Y no es del tipo alegre y jovial, donde todos los problemas se solucionan con una canción. Son personajes con problemas, sufriendo y buscando algo que los llene y que justifique pasar el mal rato. Los números musicales, desprovistos de cualquier adorno o lujo, no son a gran escala: son más bien intímos, filmados en locaciones veridícas en Nueva York y que avanzan bien la historia. Quedan varias canciones para el recuerdo, como "Seasons of Love", cantada al inicio por todo el reparto en un escenario vacío, en un homenaje a la obra original; y "Will I", emotivo número cantado en un grupo de apoyo para enfermos de sida. Su presentación simple y honesta me arrancó lágrimas - y no me averguenza decirlo.
Se le puede acusar de manipuladora, de buscar la lágrima fácil; pero lo cierto es que Rent es un drama antes que un musical, que más bien da un mensaje esperanzador para sus personajes a través de sus canciones. Una prueba de que un musical no tiene que ser frívolo e infantil y que puede tocar temas importantes con seriedad. Yo, que no suelo disfrutar de los musicales, me llevé una muy grata impresión. La banda sonora está de antología; uno de esas joyas que hay que tener.
Ahora si alguien quiere ser dadivoso y me paga un viaje a Nueva York, no me quejaría. Ver la obra en un teatro debe ser una experiencia única.
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