Hace un par de años, el retorno del “Semental Italiano” Rocky Balboa a las pantallas no sólo revivió la alicaída carrera de Sylvester Stallone (empujado de lleno al mercado del directo al video), sino que le permitió darle un final digno y humano a un personaje maltratado por una serie de ridículas secuelas, cada una más tonta que la anterior. (Teniendo su cúlmine en un forzado discurso anti-comunista ante un clon de Gorbachov) Ahora Stallone continúa su buena racha desempolvando a otro de sus papeles icónicos, el ex veterano de Vietnam John Rambo, para una última aventura.
Casi 20 años después de su “ayudita” al futuro régimen talibán, Rambo vive aislado en la frontera entre Tailandia y Birmania, donde un ejército fuertemente armado reprime a la población en un genocidio interminable. Un grupo de idealistas (léase: idiotas) misioneros es capturado tras ser llevados por Rambo a la zona de conflicto y, acompañado por un grupo de mercenarios (carne de cañón), el ex soldado va en su rescate.
Es una trama simple, pero Rambo nunca ha sido un personaje demasiado complejo. Salvo el primer filme, donde John se encontraba chocado por su pasado en Vietnam e incapaz de funcionar en sociedad, las secuelas le han dado la única función de matar a quien se le ponga por delante y en este caso no decepciona. Puedo decir sin exagerar que esta es la película más violenta que he visto: Rambo masacra sin piedad a un ejército birmanés entero y Stallone el director no duda en mostrar la carnicería en toda su grotesca majestad. Es un estilo bastante crudo, que además muestra a los villanos cometer todo tipo de atrocidades contra gente inocente. Todo da como resultado una inyección de adrenalina imparable; si es que Sly quería demostrar los horrores de la guerra y su inutilidad, el mensaje queda bastante claro.
Hacía tiempo que no se veía una película de acción así: una trama simple y violencia sin parar, al mejor estilo ochentero, una década que Stallone conoció de cerca. Por más que se empeñen en criticarlo por mediocre, no se puede negar que sabe utilizar una cámara en beneficio de la acción.
Lo mejor es no buscarle sustancia y disfrutarla como una entretenida y descarnada película de acción sin parar; John Rambo al fin se da cuenta que es una máquina de matar, es para lo que es bueno y eso nunca va a cambiar: un final más que digno para otra figura icónica del cine de los ochenta y una segunda oportunidad para Stallone de volver a las grandes ligas.
1 comentario:
A la espera de la aparición de este gran combatiente del cine que vuelve una vez más para ofrecernos una nueva aventura. Saludos!
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