Debe ser algo en el agua. No hay otra manera de explicar porque los japoneses tienen un cine tan entretenidamente bizarro; se atreven a hacer cosas que realizadores en otros países no tocarían ni con vara. Desde la matanza indiscriminada de quinceañeros en Batalla Real, de Kinji Fukasaku, hasta cualquier cosa hecha por Takashi Miike (Ichi The Killer, Audition, entre otras joyas), es un estilo de cine que promete cualquier cosa y que les garantizo, no se ve todos los días. Versus, de Ryuhei Kitamura, no es tan controversial como estos ejemplos, pero es una buena muestra de que los nipones tienen demasiada imaginación y algunos tornillos sueltos.
La primera vez que escuché de Versus fue descrita así: “película de zombies mezclada con película de yakuzas”. Fue todo lo que necesité oír para empezar mi obsesiva búsqueda. Pero hasta en los círculos más recónditos de la piratería limeña – donde se puede encontrar de todo – nadie había oído hablar de este film. La censura le pone jaques hasta la piratería, películas japonesas son bien complicadas de encontrar. Fue gracias a mi buen amigo y pirata iniciado Charly, que al fin pude hacerme de una copia. Tal vez me hice demasiadas expectativas, porque quedé con gusto a más; pero no niego que Versus es un amalgama de géneros demasiado entretenido.
La historia se inicia cuando dos reos escapados de prisión (nadie en esta película tiene nombre, lo que puede ser un problema cuando te des cuenta que todos los asiáticos se parecen entre sí) llegan a un bosque a encontrarse con una pandilla de mafiosos que los llevarán a un lugar seguro. Estos mafiosos también llevan una prisionera, lo cual no sienta bien con uno de los reos: tras una breve balacera, el saldo es un muerto, el cual en tiempo récord se levanta como un zombie putrefacto y empieza a atacar.
Verán, según la torcida mitología de Kitamura y compañía, el bosque es una de las puertas que conecta a la Tierra con el Otro Lado (o para ser más exactos, la puerta número 444 de 666 - ¡colecciónelas!), por ende, todo aquel que tiene la mala suerte de estirar la pata en este apacible lugar vuelve como un monstruo cojo y podrido con ganas de comer cerebros – esto incluye a toda la gente que esta colorida pandilla de yakuzas mató y enterró discretamente.
Lo que sigue después es una orgía de artes marciales, sangre, vísceras, humor negro, un trabajo de cámara hiperkinético y música electrónica a todo dar. Más que una película, esto parece un videoclip frenético, pero con estilo bastante contagioso. Nuestro “héroe” – lo digo entre comillas porque todos en esta película son unos granputas – es el clásico “anti” silencioso, que nunca sonríe, muestra una indiferencia total a todo lo que le rodea y no suda ni una gota al patearle el trasero a todo el mundo. Además, anda con uno de esos sacones negros que dicen “soy cool” y que deja volando al viento en los momentos más oportunos para darle ese pequeño toque de estilo. Pareciera que este tipo está tratando de hacerle la competencia a Keanu Reeves en Matrix.
Como dije antes, nadie acá tiene nombre, más bien todos son unos estereotipos pero exagerados a mil: la fémina de rigor, un miedoso que se la pasa corriendo y gritando, al mejor estilo de Hudson en Aliens pero con menos dignidad, otro tipo con los ojos saltones y la lengua afuera, que con su horrenda sobreactuación parece estar tratando de emular a Christopher Walken en su etapa más psicópata, un villano enfermo de tranquilo que parece tener más ganas de estar fumando un puro con un vaso de whisky que andar corriendo por un bosque rompiendo cráneos, hasta un policía “¡entrenado por el FBI, cazador innato y con reflejos 500 veces más rápidos que los de Mike Tyson!” Con todo esto, creo que ya saben de sobra que no se la deben tomar para nada en serio.
Si se hubiese quedado como la kinética película de kung-fu con toques de cine gore que se supone es, yo quedaba feliz – nunca está de más apagar el cerebro y disfrutar de entretenimiento poco convencional. Pero los japoneses nunca se quedan contentos con el espectáculo, siempre es necesario darle detalles a la trama que enredan todo el asunto y tratan de darle más peso. Así que, una vez que nuestro anti-héroe se cruza con el villano de turno, de repente la cosa se va a otro nivel, los zombies pasan a segundo plano y esto ya empieza a parecer Highlander en versión nipona.
Como resultado, la película – que pudo haber quedado perfecta como un corto de 45 minutos, incluso – dura dos horas y por más entretenida que pueda ser, el ver a un montón de yakuzas agarrándose a patadas en el mismo bosque por 120 minutos ya llega a cansar. Por lo menos, cada vez que Kitamura detiene las cosas para explicar algún detalle de la trama por medio de la rehén que sabe más de lo que aparenta, las cosas se ponen muy lentas – hace falta acostumbrarse.
Si te gustan las buenas peleas, cargadas con harto gore y estilo para derrochar, prueba con Versus, que demuestra que pasaría si John Woo y Sam Raimi decidieran hacer una película sobre Connor McLeod. No te hagas muchas expectativas y estarás bien. Ese fue mi error, aunque admito que para ver violencia estilizada con una buena dosis de lo ridículo (¿Qué otra cosa puedo esperar al ver a tres matones posar como los Ángeles de Charlie mientras balean a un montón de muertos vivientes?), el film de Kitamura me dejó más que satisfecho.
La primera vez que escuché de Versus fue descrita así: “película de zombies mezclada con película de yakuzas”. Fue todo lo que necesité oír para empezar mi obsesiva búsqueda. Pero hasta en los círculos más recónditos de la piratería limeña – donde se puede encontrar de todo – nadie había oído hablar de este film. La censura le pone jaques hasta la piratería, películas japonesas son bien complicadas de encontrar. Fue gracias a mi buen amigo y pirata iniciado Charly, que al fin pude hacerme de una copia. Tal vez me hice demasiadas expectativas, porque quedé con gusto a más; pero no niego que Versus es un amalgama de géneros demasiado entretenido.
La historia se inicia cuando dos reos escapados de prisión (nadie en esta película tiene nombre, lo que puede ser un problema cuando te des cuenta que todos los asiáticos se parecen entre sí) llegan a un bosque a encontrarse con una pandilla de mafiosos que los llevarán a un lugar seguro. Estos mafiosos también llevan una prisionera, lo cual no sienta bien con uno de los reos: tras una breve balacera, el saldo es un muerto, el cual en tiempo récord se levanta como un zombie putrefacto y empieza a atacar.
Verán, según la torcida mitología de Kitamura y compañía, el bosque es una de las puertas que conecta a la Tierra con el Otro Lado (o para ser más exactos, la puerta número 444 de 666 - ¡colecciónelas!), por ende, todo aquel que tiene la mala suerte de estirar la pata en este apacible lugar vuelve como un monstruo cojo y podrido con ganas de comer cerebros – esto incluye a toda la gente que esta colorida pandilla de yakuzas mató y enterró discretamente.
Lo que sigue después es una orgía de artes marciales, sangre, vísceras, humor negro, un trabajo de cámara hiperkinético y música electrónica a todo dar. Más que una película, esto parece un videoclip frenético, pero con estilo bastante contagioso. Nuestro “héroe” – lo digo entre comillas porque todos en esta película son unos granputas – es el clásico “anti” silencioso, que nunca sonríe, muestra una indiferencia total a todo lo que le rodea y no suda ni una gota al patearle el trasero a todo el mundo. Además, anda con uno de esos sacones negros que dicen “soy cool” y que deja volando al viento en los momentos más oportunos para darle ese pequeño toque de estilo. Pareciera que este tipo está tratando de hacerle la competencia a Keanu Reeves en Matrix.
Como dije antes, nadie acá tiene nombre, más bien todos son unos estereotipos pero exagerados a mil: la fémina de rigor, un miedoso que se la pasa corriendo y gritando, al mejor estilo de Hudson en Aliens pero con menos dignidad, otro tipo con los ojos saltones y la lengua afuera, que con su horrenda sobreactuación parece estar tratando de emular a Christopher Walken en su etapa más psicópata, un villano enfermo de tranquilo que parece tener más ganas de estar fumando un puro con un vaso de whisky que andar corriendo por un bosque rompiendo cráneos, hasta un policía “¡entrenado por el FBI, cazador innato y con reflejos 500 veces más rápidos que los de Mike Tyson!” Con todo esto, creo que ya saben de sobra que no se la deben tomar para nada en serio.
Si se hubiese quedado como la kinética película de kung-fu con toques de cine gore que se supone es, yo quedaba feliz – nunca está de más apagar el cerebro y disfrutar de entretenimiento poco convencional. Pero los japoneses nunca se quedan contentos con el espectáculo, siempre es necesario darle detalles a la trama que enredan todo el asunto y tratan de darle más peso. Así que, una vez que nuestro anti-héroe se cruza con el villano de turno, de repente la cosa se va a otro nivel, los zombies pasan a segundo plano y esto ya empieza a parecer Highlander en versión nipona.
Como resultado, la película – que pudo haber quedado perfecta como un corto de 45 minutos, incluso – dura dos horas y por más entretenida que pueda ser, el ver a un montón de yakuzas agarrándose a patadas en el mismo bosque por 120 minutos ya llega a cansar. Por lo menos, cada vez que Kitamura detiene las cosas para explicar algún detalle de la trama por medio de la rehén que sabe más de lo que aparenta, las cosas se ponen muy lentas – hace falta acostumbrarse.
Si te gustan las buenas peleas, cargadas con harto gore y estilo para derrochar, prueba con Versus, que demuestra que pasaría si John Woo y Sam Raimi decidieran hacer una película sobre Connor McLeod. No te hagas muchas expectativas y estarás bien. Ese fue mi error, aunque admito que para ver violencia estilizada con una buena dosis de lo ridículo (¿Qué otra cosa puedo esperar al ver a tres matones posar como los Ángeles de Charlie mientras balean a un montón de muertos vivientes?), el film de Kitamura me dejó más que satisfecho.
2 comentarios:
¿"Zombies versus Yakuzas"? Ok, con eso lograste capturar mi atención. Intentaré conseguir la película, aunque, como dices, sea harto difícil. Saludos, Ernesto, y sigue así.
Me suena a "Cuchilla" (Cleaver) la idea de la pelicula que Chris Moltisanti realiza en la serie Los Soprano, el personaje interpretado por Michael Imperioli, que tambien aparece en Goodfellas como "Spider" El chico que recibe un balazo en el pie de parte de Joe Pesci. Hay que verla...
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