domingo, noviembre 25, 2007

Leones por Corderos

La guerra en Irak y las acciones estadounidenses en Afganistán luego del atentado del 11 de septiembre se están volviendo un tema preferido dentro del cine hollywoodense, particularmente este año, que ya lleva estrenadas tres películas acerca del tema. A este reducido grupo se suma ahora Leones por Corderos, de Robert Redford,

Compuesto de tres historias que se relacionan en el lapso de una hora, el film tiene una estructura claramente teatral. Salvo breves escenas de combate, está todo compuesto por diálogos en espacios cerrados. Redford y su guionista Matthew Michael Carnahan no parecen estar interesados en hacer una película como tal, sino en exponer sus puntos de vista acerca de las acciones militares en el Medio Oriente.

En este sentido, la película no se casa con nadie. En vez de tomar una postura definitiva acerca del tema, ofrece diferentes opiniones. Por un lado está el profesor Stephen Malley (Robert Redford), quien cree en la posibilidad de hacer algo bueno por el país, pero no a través de acciones militares sin sustento que le cuestan la vida a miles de soldados idealistas. De eso trata de convencer a Todd (Andrew Garfield), un alumno suyo, joven y acomodado y que como la mayoría de jóvenes de clase media-alta estadounidenses, no tiene idea de lo que sucede en el resto del mundo, prefieren hacerse de la vista gorda y seguir sus vidas sin contribuir a su país – por ello no resulta coincidencia que dos de los mejores alumnos de Malley (Michael Peña y Derek Luke), atrapados en Afganistán, sean un latino y un afroamericano, dos minorías sin los mismos privilegios.

La estrategia que tiene a ambos atrapados en una montaña y rodeados de talibanes es obra del senador Jasper Irving (Tom Cruise), quien se encuentra en una entrevista con la periodista Janine Roth (Meryl Streep). Irving es carismático y propagandístico, creyendo fielmente en el poderío militar estadounidense, y su habilidad para eliminar a un enemigo peligroso. Esta prédica es la que trata de venderle a Roth, que en su papel de comunicadora, representa a la persona común. Cuestionando la necesidad de una estrategia militar arriesgada que no sólo podría no dar resultados, sino que costarle al país soldados y fondos, Roth se plantea las mismas interrogantes que el público en general: ¿de que ha servido llevar años peleando la misma pelea, sin haber logrado nada? Irving, sin embargo, es un republicano consumado y sólo quiere conseguir apoyo para estas acciones, sabiendo que el público está cada vez más cínico acerca del tema y necesitan de convencimiento.

Los medios, sin embargo, hacen poco por aclarar el tema; cuando Roth muestra dudas acerca del artículo que Irving le encargó (en suma, una propaganda), sus editores prefieren seguir la corriente y dejar de lado todas aquellas cuestiones que los televidentes se preguntan; limitense a reportar los hechos, háganle un favor a los políticos y serán recompensados. Fea evidencia del control que ejercen los altos mandos sobre los medios de comunicación. No importa cuantas vidas y recursos se pierdan, lo que importa es mantener la moral alta para una acción militar que ya lleva más de cinco años y ha significado otro papelón en la larga lista de intervenciones norteamericanas en el extranjero.

Buen tema para discusión, que la película presenta de manera austera; más parece un ensayo que un proyecto fílmico, esto también debido a que no toma partido ni demoniza abiertamente a nadie. Esta falta de compromiso ha sido fuertemente criticada en Estados Unidos, pero para un público extranjero, que no tiene ataduras con ningún interés en EE.UU., bien puede servir para reflexionar un poco sobre el tema, si es que no están enfermos ya de que toda película hecha en los últimos cinco años tenga que hacer referencia (sin importar que jalada de los pelos sea) al 11 de septiembre y sus consecuencias. Demás está decir que si la política te saca ronchas, evita este film a toda costa.