sábado, octubre 28, 2006

Corre, Jason, Corre


Chev Chelios (Jason Statham) es un asesino a sueldo que está a punto de tener un mal día. Le han inyectado en las venas un menjunje llamado el Cóctel de Beijing - el cual le reduce los latidos del corazón hasta provocarle un infarto. Para mantenerse vivo y cobrar venganza, Chelios debe mantener su nivel de adrenalina alta en todo momento.

Esta es la simple premisa de Crank, de los debutantes Mark Neveldine y Brian Taylor, una suerte de variación de Corre Lola Corre de Tom Tykwer, sólo que reemplazando a Franka Potente con un matón desalmado que no está de buen humor.

Esta es tal vez una de las películas más aceleradas que he tenido el gusto de ver: se nota con el frenético estilo directorial que Neveldine y Taylor tienen sus raíces en los videoclips y el ritmo desenfrenado no deja tiempo para pensar: Chelios debe mantenerse vivo y para eso hace todo lo que sea posible, desde provocar pelea con matones negros, aplicarse electroshock, hasta utilizar a su novia para cumplir una de las fantasías que todos llevamos dentro (en lo que de seguro será una de las escenas más memorables del año).

Crank es así un film diferente, una dosis de adrenalina para matarse de la risa y pasarlo bien, anclada por un Jason Statham que ya se está volviendo experto en hacer de matones cool. Esperemos que esta película llegue a cartelera. Vayan a verla, disfruten y antes que se den cuenta la carrera contra el tiempo de Chev Chelios llega al límite y se acaba.

¿Recuerdan el bus de Maxima Velocidad? Aquí, Chelios es el bus y Keanu Reeves a la vez. No se la pierdan,

martes, octubre 24, 2006

Godard! a la Española

Se viene otra edición de su revista favorita (y mia) Godard!, esta vez con una edición especial en ocasión del IV Festival de Cine Español, con lo mejorcito del séptimo arte del país ibérico...

La presentación será este viernes 27 de Octubre a las 7:15pm, en el Centro Cultural de España, con ejemplares para todos los visitantes... se recomienda altamente el especial del único e inigualable Alex de la Iglesia, al igual que el ciclo de documentales, donde destaca un delirante pedazo de propaganda politica a favor del Generalisimo Francisco Franco que tiene que ser visto para ser creído...

El Festival arrancó esta semana, así que... ¡Disfruten!

sábado, octubre 14, 2006

Perdiendo el Control

Adam Sandler empezó su carrera como uno de los tantos comediantes en el estelar de Saturday Night Live en lo que sería la mejor época de ese programa institución de la televisión gringa. Tras esto, hizo un paso natural al cine, siempre haciendo de aquel idiota de buenos sentimientos, un niño atrapado en el cuerpo de un hombre, un patán que se la pasaba gritando y agrediendo a todo el mundo pero que aún así caía simpático. En este proceso Sandler se hizo millonario, fundó su propia productora y se ganó fanáticos por todos lados.

Pero en algún momento Sandler pensó en madurar y tras algunos falsos comienzos (el papel de Jamie Foxx en Colateral era originalmente suyo), empezó a mostrar otra cara: primero en Embriagado de Amor de Paul Thomas Anderson y luego en Spanglish de James L. Brooks, donde pudimos ver al comediante alejado del humor cochino por el que se le conoce.

Claro, aún así se mantuvo la fórmula Sandler que tan buenos dividendos le ha dado, pero desde ya se nota que los días de Billy Madison han quedado atrás. Y esta mezcla está bien ejemplificada en Click, aquella comedia que acaba de pasar sin pena ni gloria por la cartelera local, una fantasía sobre un trabajólico que encuentra un control remoto universal que le permite controlar su propia vida, hasta que todo se sale de control.

Al principio parte como cualquier comedia tonta: el tipo usa el control para saltarse momentos aburridos, como ir al trabajo o ir al baño, para revisitar momentos de su propia vida, para agarrar a combos a su jefe (David Hasselhoff haciendose carrera burlándose de sí mismo) o tirarse un pedo en su cara, para meterle un pelotazo en la cara al irritante hijo del vecino, en fin - cosas que a todos nos gustaría hacer.

Hasta que el control empieza a pensar por sí mismo, y... bueno, olvidando por un momento que se trata de una película de Sandler, lo que le pasa es sencillamente horrible. Y no me averguenzo de decirlo: solté la lágrima. Me hizo llorar bastante... pero no diré más, puede que este cambio de tono de comedia tonta a una fábula dramática al mejor estilo de una película de Frank Capra (todos dicen que se parece mucho a It's a Wonderful Life, pero no puedo opinar porque nunca la he visto) sea muy abrupto, pero la película hasta deja una enseñanza, nada complicado: hay que vivir la vida a full y aprender a apreciar los detalles.

Sí, aprendí una lección de una película de Adam Sandler. Y lloré. Se nota a leguas que soy fanático de este hombre, ¿verdad? Click al menos es entretenida, nada fuera del otro mundo, pero se nota que el otrora niño idiota quiere crecer. Hay que reconocerle eso.

lunes, octubre 02, 2006

Shakespeare a lo Pacino

Durante un tiempo en la década de los noventa, hacer adaptaciones de obras de Shakespeare se volvió una moda en Hollywood y casi siempre bajo la batuta del inglés Kenneth Branagh, que se volvió sinónimo con las celebradas obras del Bardo. Pero, como cualquier moda pasajera, esta costumbre se fue perdiendo (así como muchos siguen esperando que la fiebre de los remakes se acabe algún día), hasta que Shakespeare dejó de ser tan común. Es por ello que cada nueva adaptación es recibida por fanáticos con mucho entusiasmo, como es el caso de El Mercader de Venecia.

Bajo la dirección del inglés Michael Radford – recordado por la emotiva Il Postino y por darnos a muchos el incontable placer de contemplar a una desnuda Asia Argento en B Monkey – la película narra las desventuras de Bassanio (Joseph Fiennes), que en la Venecia antigua está perdidamente enamorado de la deslumbrante Portia (Lynn Collins), una mujer que somete a todos sus pretendientes a una dura prueba con tres cofres para ver si son dignos de ella. Al no tener ni siquiera el dinero para ir a verla, Bassanio pide ayuda a su mejor amigo - y si se creen algunas maliciosas interpretaciones, también amante – Antonio (Jeremy Irons), que se encuentra tal vez en igual o peor situación. Sin remedio, acuden al judio Shylock (Al Pacino), un prestamista resentido por años de maltrato de parte de las autoridades venecianas hacia su pueblo.

Según los entendidos, la obra original de Shakespeare es una comedia, pero uno no se da cuenta viendo esta adaptación. Aunque sí existen momentos ligeros, particularmente cuando los pretendientes de Portia sudan frío con la prueba de los cofres (que hace a uno pensar si de veras vale la pena tanto circo para casarse), el resto de la película transcurre con muchas dosis de drama y seriedad, utilizando los diálogos originales.

Tal vez esto no haya tenido mucha relevancia en los tiempos de Shakespeare, pero lo cierto es que esta obra a ratos es bastante anti-semita. Shylock no es una caricatura, pero sí tiene unas marcadas características que muchos malpensados asocian con la comunidad judía: avaro, una fiera para los negocios, egoísta y frío como el hielo. Pero más que nada esto se siente en como lo tratan durante la película: al igual que sus compatriotas, se encuentra marginado dentro de Venecia y al final, luego de una lograda y tensa secuencia en una corte, no sólo le quitan todo lo que tiene, sino que lo humillan de la peor manera posible al obligarlo a convertirse al Cristianismo mientras todos se ríen y le escupen a los pies. Estoy seguro que esa no era la intención, pero a ratos se siente.

Es interesante entonces que Shylock sea el personaje más interesante de la película y mucho de esto tiene que ver con la lograda interpretación de Al Pacino. A pesar de caer en lapsos muy propios de su estilo (léase: gritar mucho), el actor logra hacer del judío una figura torturada, que no hace las cosas por malicia sino como una retribución por el maltrato recibido por su pueblo durante años. Shylock sabe que es una persona resentida, que actúa motivado por venganza y un odio no revelado hacia Antonio y basta con ver sus ojos para ver un alma cansada, que no quiere soltar la idea de conseguir retribución. Pacino entrega una sólida actuación, que, aunque bien secundada, eclipsa a todas las demás.

El mayor obstáculo a la hora de enfrentarse a una adaptación de Shakespeare es el diálogo. Escrito en inglés antiguo, a ratos se alarga en unos incesantes monólogos que amenazan con poner a uno a dormir; pero una vez que uno se acostumbra a que se necesiten más de cinco minutos para decir algo que se pueda expresar en pocos segundos, se encuentra con unos diálogos poéticos, muy bien construidos. El problema está en condensar una obra de teatro en dos horas, lo que significa que hay muchas escenas de más, incluida una torpe e inútil secuencia final entre dos parejas de amantes discutiendo por unos anillos perdidos; una escena que no tiene ni pies ni cabeza y tampoco venía al caso. Para mí, la película termina junto con la caída de Shylock, quien reitero, es el elemento más interesante del film.

No puedo negar el impecable trabajo técnico. Filmada en Venecia, con su antigua y bella arquitectura, esta película tiene la capacidad de transportarte a la ciudad en épocas pasadas, en todo su esplendor (y con olor a desagüe), a través de una lograda fotografía y una impecable banda sonora que pareciera una corte de juglares está tocando a tu costado. Radford no escatimó esfuerzos y lo cierto es que El Mercader de Venecia es una película bonita de ver. Cuenta además con una historia interesante, producto de una de las plumas más reconocidas de la literatura. Tengo que agradecer a la amiga con la que la fui a ver; creo que sin ella ni me hubiese enterado que existía. Entretenida película que, a pesar de sus fallas, es una grata sorpresa dentro de la cartelera local.