domingo, abril 30, 2006

Love is a Battlefield

El amor puede ser lindo y mágico, claro que sí: uno de los mejores sentimientos del mundo. Pero también tiene su lado oscuro. Si uno no logra comprenderlo, puede resultar siendo doloroso y destructivo. Ese es un lado que Hollywood nunca muestra, considerando la enorme cantidad de comedias románticas cebolleras que vemos cada año.

Closer de Mike Nichols es la otra cara de la moneda. Es la mirada más franca y madura que he visto hasta ahora sobre lo que es el lado oscuro de las relaciones humanas. Dos parejas, conformadas por personas inseguras y manipuladoras, hacen del amor un simple juego, una cuestión de rivalidad, de querer superarse uno al otro. Los cuatro caen en desengaños y frustración con el simple objetivo de verse sufrir.

En este film, el amor es una guerra, como bien rezaba la inmortal Pat Benatar: y ambos bandos tienen armas peligrosas, siendo el sexo la peor de todas. No es por amor, por cariño, es una mera manipulación. Se escuchan las palabras "te amo" repetidas veces, pero nunca con esta total falta de sentimiento. Palabras al viento, suenan falsas y forzadas.

Siendo basada en una obra de teatro (y guionizada por el mismo autor), es de esperar que el diálogo sea de primer nivel. Franco, sin adornos ni palabras bonitas, el intercambio de palabras produce escenas mil veces más incómodas que cualquier cine de terror gore (y acabo de ver The Hills Have Eyes ayer). No es fácil ver esta película, mucho menos al considerar que sí pueden existir personas así de crueles en la vida real: no es para nada bonito.

Aún así, es un film fascinante que desnuda la peor cara del amor. Para ser una película con sólo cuatro personajes y compuesta enteramente de diálogos, me atrapó todo el rato. Debo hacer mención de Natalie Portman, en un papel realmente adulto y a Clive Owen, quien interpreta a un hombre a todas luces patético pero inteligente y manipulador. Ciertamente dignos de reconocimiento.

Recomendada para todas las parejas, para que sepan no hacer en el futuro; en el amor lo que más importa son los sentimientos y si no son tratados con gentileza, pueden destrozarse de por vida. El amor es complicado, ciertamente, pero un sentimiento genuino que no puede tomarse a la ligera, como los cuatro pobres desdichados en este film hacen una y otra vez. Peor para ellos.

miércoles, abril 26, 2006

Buenas Noches y Buena Suerte

En la década de los 50, el temor hacia el comunismo crecía en Estados Unidos a ritmo agigantado. La amenaza soviética de aquel entonces hizo a toda la población vivir con una enorme paranoia, en un ambiente donde todos podían ser sospechosos. El encargado de exacerbar este sentimiento fue el senador Joseph McCarthy, que a lo largo de la década sometió a oficiales del gobierno, del ejército y personas normales a duros juicios acusándolos de comunistas, a veces sin pruebas concretas en lo que se consideró un claro abuso de poder.

Algunos medios de comunicación le hicieron frente al senador. Uno de los casos más célebres fue el de Edward R. Murrow, destacado conductor de la cadena CBS que libró una larga batalla en contra de esta caza de brujas que al final desembocó en una investigación en contra del propio McCarthy que ocasionó su caída. Esta es la historia que George Clooney decidió contar para su segunda aventura como director, luego de Confesiones de una Mente Peligrosa.

Esta es una de las pocas veces en que una película ovacionada y postulante a varios premios no dure dos horas o más; y es que Clooney ha decidido contar la historia tal cual sucedió, apegándose a los hechos y obviando cualquier otro material innecesario (como romances forzados o momentos heroicos). A ratos la película parece un documental de la época, sentimiento aumentado por la excelente fotografía en blanco y negro y el uso de material televisivo de la época (en los que el propio McCarthy se interpreta a sí mismo). El film te cuenta lo que tiene que contar, y listo.

La caza de brujas pudo haber sido en los 50, pero tiene bastante relevancia hoy en día. Basta con ver como trata Estados Unidos al pueblo árabe: obviando los derechos humanos y el buen proceder, tienden a señalar con el dedo a cualquier persona de Medio Oriente y tacharlos de terrorista, sin derecho a réplica. Es muy parecido a lo que hacía McCarthy en su día, claro que con una diferencia: le respondían.

Y esta es la crítica que hace Clooney con esta película: mientras que en esos días había gente como Murrow dispuestos a criticar esos abusos de poder y hacerles frente, hoy en día el llamado cuarto poder prefiere hacerse de la vista gorda, empezando con la CNN que a ratos no deja dudas de que siempre está respondiendo a los intereses de la mayor potencia del mundo. Los ratings y el negocio importa más que decir la verdad.

En el discurso que abre y cierra el film, Murrow hace un punto muy valedero: la televisión tiene el poder (y la obligación) de informar a la gente, de denunciar injusticias, de ser la voz de una sociedad en tiempos de crisis, de lograr cambios importantes. Pero en vez de eso prefieren fingir que no sucede nada y depender de programación banal, que esconda lo que de verdad está sucediendo, de mantener a la gente ignorante sobre lo que sucede a su alrededor. Y hoy en día, en que las señales televisivas están saturadas de reality shows y demás tonteras, no se puede evitar pensar que el célebre conductor tenía razón y que el potencial verdadero de la TV no ha sido aprovechado: no es más que luces en una caja.

El film de Clooney invita a estas y otras reflexiones. No sólo una lección de historia, sino también una crítica al manejo de los medios que se hace hoy en día. Confirma también al otrora actor rompecorazones como un director de oficio y que si sigue en esta trayectoria, dará que hablar. Altamente recomendada.

miércoles, abril 19, 2006

One ring to rule them all


Me acuerdo del gran impacto que tuvo la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson; de la noche a la mañana las películas ganaron cantidades obscenas de dinero y los libros eran devorados en tiempo récord. Yo nunca llegué a esos niveles de fanatismo - nunca he leído las novelas de Tolkien (salvo El Hobbit, pero eso, como la gran mayoría de cosas en la época del colegio, lo hice por obligación), y la única vez que lo intenté me ahogué en un mar infinito de personas, monstruos, artefactos y sitios con nombres raros.

Las películas las encontré geniales, eso sí, bastante bien hechas - la maratón de 11 horas en el Cine Alcázar cuando cumplí 21 años se mantiene como una de mis experiencias más bacanes como cinéfilo. Eso sí, no suelo verlas muy seguido, porque tres horas igual son tres horas...

Pero existe gente mucho más fanática que yo, que casi han adoptado el mundo de Tolkien como religión. Se hacen llamar "Ringers" y ellos son las estrellas del documental del mismo nombre: Lord of the Fans.

Creado por fanáticos y para fanáticos, el documental muestra a los incondicionales de Frodo y compañía en varios niveles de fanatismo, uno que sólo es igualado por los cultos a Star Trek o a Star Wars. Aquí hay de todo: tipos disfrazados de hobbits, de elfos, grupos de gente usando la lengua élfica, tipos que se creen Aragorn y demás especímenes. Menos mal nadie se burla de ellos, es más, el film los trata de manera cariñosa, como una gran familia y uno no puede evitar sonreír: no se trata de unos simples nerds. Claro que no faltan los raros: un loco disfrazado del Capitán Ámerica y otro que se identifica más con Pippin el Hobbit porque él también habla con los árboles y tiene los pies peludos. Ni que decir de la chica que destaca el inhumano sex appeal de Frodo y sus demás amigos enanos.

El nivel de fanatismo queda claro: incluso muestran el caso de una mujer que vendió su casa para poder costearse el viaje a Nueva Zelanda a la premiere de El Retorno del Rey. Al preguntarle donde pensaba vivir a la vuelta, no tenía idea, pero la sonrisa de oreja a oreja no era fingida.

Además de mostrar a la fanaticada en su nivel más absurdo, la película hace un buen análisis del impacto que tuvo la publicación de las novelas en una década tan turbulenta como los 60. Al lado del flower power, del peace and love, del hippismo, de las protestas contra Vietnam y la psicodelia, Gandalf y la pandilla ocupaban un merecido sitial en la juventud de la época. Lo más cool, según dicen, era ponerse flores en el pelo, fumarse un buen troncho y sentarse a leer alguna copia añeja de Las Dos Torres. Ciertamente, Tolkien tuvo su impacto.

Los entrevistados son diversos. Además de Peter Jackson y el reparto de sus películas (Viggo Mortensen parece ser un tipo bastante inteligente), tenemos a David Carradine (Kane en Kung Fu), Lenny Kilmister de Motorhead (no entendí una palabra de lo que dijo, definitivamente este viejo ya quemó cerebro) y Geddy Lee, bajista de Rush, que en un momento tierno describe como él y su pequeña hija se han vuelto cercanos leyendo la novela juntos.

Incluso tenemos el horror de observar al Señor Spock en un vergonzoso video musical cantando sobre la vida de Frodo Baggins; está igual de ridiculo (o tal vez peor) que el videoclip de Mister T que dicho sea de paso deberian buscar - es un cague de risa certificado.

Ringers es un entretenido documental, no exento de momentos bizarros, que te muestra en detalle la relevancia de la obra de Tolkien. Me hizo querer leer los libros de un tirón y ver las películas otra vez y eso, creo, era su cometido. Ahora habría que planear un viajecito a Nueva Zelanda...