jueves, julio 30, 2009

Cine Peruano en Melbourne

Ni bien llegué a Melbourne, empezó el Festival Internacional de Cine local, que cada año reúne a los cinéfilos australianos, principalmente en el Greater Union Cinema, un complejo de salas que, con sus coloridas luces y decorado parece sacado de los 80.

El MIFF incluye una programación diversa, desde lo mejor del cine australiano actual, retrospectivas de autores europeos y lo más reciente de la vecina Asia. Como la ciudad misma, es un evento multicultural que atrae a todo tipo de gente. Y es que el público australiano no sólo está bastante orgulloso de su producción nacional, sino que son bastante receptivos al cine mundial. Sin ir más lejos, el Greater Union reserva una sala para producciones de Bollywood.

El festival tiene varios estrenos interesantes: Moon de Duncan Jones, hijo de David Bowie y que está siendo llamado un nuevo talento en la ciencia ficción; Thirst, lo más reciente de Park Chan Wook (recordamos con afecto Oldboy), Antichrist de Lars von Trier, que como todo lo del danés, ha levantado controversia; The Hurt Locker de Kathryn Bigelow; entre muchas otras.

Desgraciadamente, el inicio de clases y mi búsqueda de casa no me ha permitido prestarle atención al festival, aún si me encantaría compartir tantos buenos filmes con otros. Eso y el que las entradas son bastante caras. Hay que decirlo, ir al cine en esta ciudad es un vicio costoso, aunque ahora que ya conseguí mi carné universitario, por ahí podré sacar algunos descuentos.

Esto hasta que vi en competencia La Teta Asustada, de Claudia Llosa, film que no pude ver en Lima (la controversia y discusiones nacionalistas que levantó tampoco animaban mucho). Había que apoyar la producción peruana, así que con algunos peruchos rezagados en esta tierra, pagamos nuestra entrada y fuimos en mancha. Hacia dos semanas que no iba al cine, algo raro en mi, así que había que hacerlo. Así es: me vine hasta Australia para ver cine peruano. Y me llevé una grata sorpresa.



El Perú sufrió una revolución cuando La Teta ganó el Oso de Oro de Berlín de este año; muchos se alegraron de que al fin el cine peruano pueda llevarse un reconocimiento de talla mundial. Así como tampoco faltaron los negativos que acusaron a Claudia Llosa de racista y desmerecieron el premio como una simple fascinación de los extranjeros por lo exótico. Ahora que la controversia se apagó y la película se deja ver con tranquilidad, no quedan dudas de que Llosa es un talento en ciernes; su película tiene mucho que decir y resulta una grata novedad dentro de lo que nos tiene acostumbrados el cine peruano.

Fausta es la viva representación de todos aquellos que sufrieron bajo el terrorismo durante la época de la guerra popular. Un miedo que le inculcó su madre desde pequeña y que no le ha dejado disfrutar de su vida. Es una chica retraída, callada, desconfiada de los hombres, que prefiere cantar para sí antes de hablar con nadie. Así como ella, mucha gente en el interior del país aún no se reconcilia con los horrores vividos en aquella época. Fausta representa una herida que para muchos no termina de sanar.

Asistimos a la vida de este particular personaje a través de Magaly Solier, quien logra un trabajo impecable sin tener que decir mucho; sus expresivos ojos esconden un temor irreconciliable, un miedo a todo lo que la rodea. Su dolor es palpable, aún si ella misma no tiene la culpa.

Fausta no pidió ser así; lo heredó. Vaga por la vida ajena a los demás, encerrada en sí misma, pero al mismo tiempo queriendo alejar esa cruz que no le permite vivir. En Lima, en la gran ciudad, se siente aún más aislada. El único contacto que tiene con los demás es a través del jardinero de la casa donde trabaja; él la ve queriendo liberarse de esta muralla que se ha construido para sí misma.

Llosa se da tiempo para contrastar la vida de los habitantes de una barriada con las de gente de mayores recursos. Una comparación bastante singular: mientras que los primeros superan su pobreza con alegría, chabacanería y buen humor, la pianista, una mujer de buen vivir, vive sola y amargada por no poder componer música, quedando claro que sus intenciones para con las canciones de Fausta no son santas. Una traición del primer contacto humano que la chica tiene en toda su vida.

La Teta Asustada es una historia triste, sobre una chica tratando de recuperar una humanidad que la historia de su propio país le arrebató. Vive aislada porque no conoce otra cosa; pero así como las flores tienen la oportunidad de crecer otra vez, ella también encuentra la esperanza de poder superar un pasado que la ha marcado por siempre.

lunes, julio 27, 2009

Inicio de Clases


Tras dos semanas de adaptarme a la ciudad de Melbourne, buscando un cuarto en alquiler en todas partes y soportando un frío de los mil diablos, hoy empecé clases. Hacía tres o cuatro años que no entraba a una sala de clases; al principio se sintió raro esto de volver a ser estudiante, pero se me pasó. Voy a llevar apenas cuatro cursos, todos de lunes a miercoles, lo que me deja el resto de la semana para buscar un trabajo part-time, dormir hasta tarde, ir al cine, lavar la ropa sucia, leer o cualquier otra cosa que se me ocurra hacer con tiempo libre.

No puedo negar que he tenido dudas acerca de si estar a la altura del programa; pero hasta ahora parece que todo va sobre ruedas. Estoy aprendiendo sobre edición: técnicas y procesos para la edición literaria, lo que me da la oportunidad de poner bajo la lupa la dichosa novela que estoy escribiendo hace dos años y nunca he terminado. Otro curso se parece bastante al taller de literatura que llevé hace años con Ivan Thays y Alonso Cueto, o al menos sigue la misma dinámica: dedicar algunas horas a lecturas varias y presentar los escritos en taller para que sean evaluados por los demás alumnos.

Queda el tema del idioma, porque obvio, el inglés no es mi lengua materna y no escribo in english desde que era niño, cuando me inventaba historias de ciencia ficción para las colecciones de alumnos que publicaban en El Mochito (un amigo creó la cuarta secuela de Alien mucho antes de Resurrection; pero en su versión los monstruos caian en la tierra durante un partido entre los Bulls y los Lakers, mataban a Michael Jordan y luego John McClane y Rambo debian infiltrar el estadio y eliminarlos a todos). Pero es cosa de práctica y la cosa es justamente aprender a escribir en dos idiomas.
Así, se abren nuevas puertas. Y como no tengo donde ponerlas, he aquí algunas fotos varias de mis primeros días en esta ciudad.


Paseando en el tram... al principio te pierdes, pero es cosa de costumbre

El Charles Dickens, un pub inglés, donde todos se juntan a tomar cerveza y ver partidos de futbol australiano (deporte que hasta ahora no entiendo, sólo veo a 20 puntas en una cancha agarrándose a patadas)

No sé que es esto, pero igual da risa.

jueves, julio 16, 2009

Desde Melbourne

Ha sido el viaje más largo que he hecho en mi vida. 13 horas de Santiago hasta Auckland, en un avión donde lo único que había por hacer era dormir o ver tele. Me vi como cinco películas y no le presté atención a ninguna.

Tras un pequeño traspié en Nueva Zelanda, donde quedé dos horas varado en el aeropuerto y la aerolinea perdió mi maleta, llegué a Melbourne, al barrio donde vive mi hermana, que por sus casitas rústicas y cantidad de restaurantes y bares, recuerda a Barranco.

Mientras estoy tratando de acostumbrarme a esta nueva ciudad, perdiendome en el centro, aprendiendome las rutas del tranvía y buscando un cuarto para alquilar antes que empiecen las clases en dos semanas, puedo prepararme a traer de vuelta a Desaires... tal vez el cambio de ambiente me renueve las ganas de escribir.

Melbourne es una ciudad bastante cultural, llena de eventos culturales, festivales, música, teatros y claro, cine; así que tema no creo que me falte. Y así volvemos a este blog, renovado y con ganas de hablar de todo y de todos... si es que me quedan lectores por ahí, bienvenidos sean.

Me encantaría poner fotos pero no tengo cámara y la de mi hermana no funciona, así que por mientras tendrán que usar la imaginación.